Acto de presentación del informe «Impacto del consumo masculino de pornografía en el ejercicio de la violencia sexual: análisis desde la psicología y teoría feminista para formación y sensibilización»

Ayer, 27 de febrero de 2024, el Lobby Europeo de Mujeres en España tuvo el agrado de presentar en la sede del Instituto Internacional de Madrid, el informe «Impacto del consumo masculino de pornografía en el ejercicio de la violencia sexual: análisis desde la psicología y teoría feminista para formación y sensibilización».

El acto, que podéis verlo a través de nuestro canal de Youtube, fue moderado y presentado por Teresa Nevado, Secretaria General de LEM, y contó con las intervenciones de las autoras de el informe, la Dra. Mónica Alario Gavilán y la Dra. Inés Ábalo Rodríguez.

Este informe se enmarca en un proyecto de investigación que se ha desarrollado a lo largo del año 2023 gracias a la financiación del Ministerio de Igualdad de España, concretamente por la Secretaría de Estado de Igualdad y contra la Violencia de Género, y está inspirado por la preocupación que nos genera el generalizado consumo de pornografía por parte de varones en edades cada vez más jóvenes y la influencia que dicho consumo pueda tener en el ejercicio de violencia sexual a edades cada vez más tempranas.

A día de hoy, para muchos adolescentes, el consumo de pornografía ocultos de la mirada de sus progenitores es prácticamente normal: se inician en el consumo de pornografía entorno a los 11 años, y si bien al principio las escenas violentas les confunden y generan rechazo, con el paso de los años son precisamente éstas las que les generan mayor excitación sexual. Al mismo tiempo, en el telediario, se escucha que las agresiones sexuales contra mujeres y niñas se han disparado: muchas de ellas se realizan en grupos, por jóvenes, a veces, en edades inimputables. Estas agresiones son grabadas y posteriormente difundidas en internet. Muchas de ellas acaban en sitios web de pornografía. En Estados Unidos, una adolescente desaparecida fue encontrada después de que la reconocieran en una serie de videos subidos en estas plataformas. Esta es la realidad de la primera generación de niños y adolescentes que han crecido con acceso ilimitado a la pornografía en internet. Puede que no queramos ver esta realidad, pero seguro que ellos tampoco: la mayoría de la pornografía que existe contiene violencia verbal, psicológica y física, y llega a ellos sin ningún control, ofreciendo contenido que no son capaces de procesar. Las plataformas con contenido pornográfico asaltan en cualquier página de internet, videojuego o red social, sin ningún tipo de control, ni de sanción.

Partiendo de la preocupación que nos generaba esto, el Lobby Europeo de Mujeres en España, decidió solicitar una subvención al Ministerio de Igualdad de España para desarrollar una investigación que ahondara en cómo la pornografía colabora en la reproducción de la violencia sexual. Esta idea se ha materializado en la producción de un informe que constituye un análisis interdisciplinar: se ha recurrido, en primer lugar, a los estudios feministas y, en segundo lugar, a la psicología.

Por tanto, además de la sólida contribución que el este informe supone en al ámbito de la violencia sexual y la pornografía, es pionero al materializar y establecer una comunicación entre dos ámbitos del conocimiento (estudios feministas y psicología) que tienen la potencialidad de nutrirse en profundidad mutuamente. Este informe es un empeño pionero en complementar ambas ramas del conocimiento, para crear una base científica feminista desde la que interpretar, comprender y conceptualizar la realidad. 

A continuación, expondré algunas pinceladas del contenido de este informe, que dentro de poco estará disponible en nuestra web en español y en inglés.

En primer lugar, merece la pena comentar que la exposición de los menores de edad a este tipo de contenido debe ser considerado violencia sexual per se, no obstante, a nivel social se normaliza que los adolescentes (varones) miren pornografía, como si fuera una actividad inocente. A las chicas, quienes consumen notablemente menos este tipo de contenido, se las alienta a aprender lo que se espera de ellas a través de la pornografía.

Cuando hablamos de niños y adolescentes, debemos tener en cuenta que son esas edades donde los procesos de aprendizaje más relevantes tienen lugar. Crecer rodeado de pornografía tiene sus consecuencias. La psicología explica cómo la forma de interactuar con el contexto, es decir, la forma de comportarse, es maleable y está continuamente sujeta a modificaciones. De este modo, la lectura de una novela puede influir en la conversación que una persona tiene en una cena familiar, o asistir a una clase de canto puede influir en un pensamiento que se tiene durante una reunión. Estas modificaciones en el comportamiento son posibles gracias a los procesos de aprendizaje que toda interacción con el contexto posibilita. Es importante entender el aprendizaje como un proceso, que se da de forma dinámica, más allá de la voluntad del sujeto, en este caso, de niños, niñas y adolescentes. Y como hemos dicho, la pornografía “asalta” a niños de edades cada vez más tempranas, alrededor de los 9 años.

En segundo lugar, debemos abordar el contenido explícito de la pornografía mainstream: se calcula que un 89% de este tipo de porno contiene violencia física, verbal y sexual, donde el “guión” es casi siempre el mismo: un hombre aborda a una mujer, ésta se niega, él insiste, ella adopta una actitud pasiva y al final expresa placer. El mensaje es claro: no importa lo que ella diga, al final lo estaba “buscando”. Es el tipo de cosas que escuchamos cuando una mujer es víctima de violencia sexual. El vínculo entre pornografía y violencia es innegable.

En tercer lugar, vamos a hablar de la relación entre el consumo de pornografía y el ejercicio de la violencia. Este debate se da con frecuencia en la actualidad, y por lo general, se suele describir a la pornografía como una fantasía, como una especie de mundo paralelo donde todo está permitido sin ninguna consecuencia, como si no existiera en la realidad: la violencia, insultos, tirones de pelo, humillaciones, son todas reales, experimentadas por mujeres de carne y hueso. No es una actuación, por más que se nos venda como si lo fuera, y tiene consecuencias. Debemos tener claro que el consumo de pornografía constituye un contexto de aprendizaje: un contexto con el que el individuo interactúa y que tiene por tanto la potencialidad de influir en su comportamiento futuro. En este contexto se dan una serie de factores donde el individuo aprende a erotizar determinadas prácticas y contenido, y qué comportamientos son pertinentes en el contexto sexual. 

De este informe pueden extraerse cinco conclusiones principales:

  1. El consumo de pornografía constituye, siempre y sin ningún tipo de excepción, un contexto de aprendizaje. En consecuencia, se probabiliza que el varón que consume pornografía extraiga distintos aprendizajes que pueden sintetizarse en: asociación de su visualización a la conducta masturbatoria, erotización de ciertas prácticas y adquisición de reglas de comportamiento que van a guiar su conducta en situaciones que considere “sexuales”. 
  2. Estos aprendizajes que obtiene el varón que consume pornografía van a tener lugar independientemente de que él quiera o no quiera, y de que sea o no consciente de que los está realizando. Es decir, el aprendizaje como proceso psicológico tiene lugar independientemente del deseo, la voluntad y la consciencia del individuo. 
  3. En la pornografía se están presentando continuamente distintos tipos de violencia contra las mujeres. Desde el feminismo, se afirma que todas estas prácticas, que fuera del terreno de la “sexualidad” o, sin una erección masculina de por medio, serían denunciables, al mostrarse en la pornografía y estar esta conceptualizada como “sexo”, dejan de problematizarse.
  4. En el mismo proceso en que la pornografía pasa a sustituir al “sexo”, ocurre que la violencia contra las mujeres que muestra la pornografía también se conceptualiza como parte del “sexo”. La pornografía está constantemente mostrando distintas situaciones y prácticas que son, de hecho, violencia sexual contra las mujeres. Ahora bien: el consumidor de pornografía no suele conceptualizar dichas situaciones y prácticas como “violencia” sino como “sexo”. Esto es especialmente relevante porque (1) va a hacer que los hombres consideren que en los contextos que ellos viven como “sexo” puedan llevarlas a cabo; (2) va a dificultar o impedir que los hombres que ejercen estas violencias las comprendan como violencias y (3) conlleva que toda crítica feminista a estas violencias sea comprendida como un problema con el “sexo”.
  5. Resulta altamente improbable que no se produzca ningún proceso de generalización al contexto interpersonal de los aprendizajes que el consumo de pornografía ha posibilitado. En consecuencia, dichos aprendizajes no afectan, en exclusividad, a la persona que consume pornografía, sino que tienen la potencialidad de extrapolarse al contexto interpersonal; es decir, a las distintas mujeres con las que interactúen los hombres que consumen pornografía. Es así como la pornografía colabora, con la reproducción de los comportamientos que van desde la desigualdad entre hombres y mujeres por medio del ejercicio del poder de los primeros hasta la violencia contra las mujeres ejercida por ellos mismos. 

Como hemos visto, sobran argumentos y motivos para hablar de un verdadero problema de salud sexual, donde las principales víctimas son mujeres y niñas. Las cifras son espeluznantes: al menos dos de cada diez mujeres han sufrido algún tipo de acoso en línea, siendo la mayoría de ellas menores de edad. Para hacer frente a esta realidad, recientemente, la Unión Europea dio luz verde a la Directiva sobre violencia contra las mujeres, que incluye la tipificación de cinco delitos relacionados con la ciberviolencia de género: intercambio no consentido de material íntimo y manipulado, ciberacoso, ciberhostigamiento, ciberflashing y ciberincitación al odio o la violencia.

Los esfuerzos que los Estados hacen deben ir de la mano con un cambio social. No se debe perder de vista que una sociedad igualitaria, donde las mujeres y niñas no son vistas como objetos, jamás permitiría la existencia de la pornografía, que como hemos dicho, se nutre de violencia sexual. Nos corresponde a todas y todos hacernos responsables del cambio que exige avanzar en esta dirección.  

Pueden acceder al informe aquí.